Fraude y Fango II
Cómo ciudadano, es desafiante navegar contracorriente en un sistema institucional de fraude y fango como el nuestro. Uno como ciudadano debe seguir las reglas: respetar la autoridad (y soportar sus abusos), pagar impuestos (y ver cómo se los roban), gestionar trámites ineficientes (que encima requieren de "aportaciones"), en général cumplir con nuestro distorsionado deber cívico. Pero, ¿que pasa cuando quienes deberían dar el ejemplo, trabajar por su electorado y respetar nuestra confianza, se enriquecen a costa del erario? En un sistema donde no existen mecanismos para subsanar este fenómeno (foros públicos, diálogo, consultas, consejos ciudadanos) se crea una discordia que solo agrava la brecha de entendimiento entre el gobernador y el gobernando, alienándolos más el uno con el otro.